Un mototaxista con parrillero transportando un cilindro de gas. Un peligro inminente de los que se ven todos los días en las calles de Cartagena. Para los mototaxistas no hay límites, ni normas y para los policías de transito de Cartagena es más trascendental parar a una señora que va en un carro y que no ha violado ninguna norma, solo con la esperanza de corcharla en alguno de los documentos y poder sacarle su tajada. Con el mototaxista o con los taxistas de los zapaticos los policías de tránsito son de vista ciega y oídos sordos.
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