El tránsito de carretillas y carromulas en las calles y avenida de Cartagena es un problema de nunca acabar. Lo malo del cuento es que si es el conductor de un carro el que llega a tocar a uno de esos esperpentos, aguántese porque le tocará mantener al “conductor” saecula saeculorum, es decir, por los siglos por los siglos. Pero si es al carro al que chocan o rallan, muérdase la lengua y siga, y cuando llegue a su casa, llame al latonero. ¿No es verdad que esto es puro subdesarrollo en una ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad? Y, ¿qué dicen las autoridades? Nada, por lo que veo. Miguel E. FC